La Diputación halla los restos de un represaliado por el franquismo
en la exhumación de la fosa 69
La
Diputación de València ha hallado los restos de un represaliado por el
franquismo en los trabajos de exhumación de la fosa 69 del cementerio de
Paterna, que se iniciaron esta misma semana con la subvención de la
corporación provincial. La víctima podría ser Miguel Alabort Ortega, un
labrador de Benigànim fusilado por las fuerzas nacionales el 7 de
septiembre de 1939. La delegación de Memoria Histórica que dirige Ramiro
Rivera encargó esta nueva excavación en el marco de un programa que ha
cubierto el coste de cerca de 40 proyectos impulsados por asociaciones
de familiares o ayuntamientos, que han servido para recuperar los restos
de 1.160 represaliados e identificar a más de un centenar de víctimas.
En palabras del diputado Rivera, “esta nueva exhumación en el cementerio
de Paterna pone de manifiesto que la Diputación no solo subvenciona la
apertura de grandes fosas comunes en las que se espera hallar los restos
de decenas de personas represaliadas durante la Guerra Civil y la
posguerra, sino también las excavaciones en fosas en las que solo se
encuentran los restos de una víctima, que tiene el mismo derecho a ser
dignificada y a que la familia recupere sus restos en ese proceso de
reparación que se inició en 2016 con la creación de una delegación
específica de Memoria Histórica”.
En el caso de Miguel Alabort, ha sido su hija María, que tenía seis años
cuando fusilaron a su padre, la que de forma simbólica inició el pasado
miércoles la excavación que durante tanto tiempo ha esperado la familia.
Cuatro de los nietos de Miguel, los que residen en Valencia, estuvieron
presentes en el cementerio de Paterna en el arranque de los trabajos,
que en un tiempo récord han dado con los restos en el interior de un
féretro. Aunque los primeros indicios apuntan a que se trata de Miguel
Alabort, las pruebas de ADN confirmarán la identidad antes de final de
año, según establece la Ley de Memoria Democrática.
Miguel Alabort Ortega fue fusilado cinco meses después de la
finalización del conflicto bélico por acusaciones como “ser izquierdista
y afiliado a Izquierda Republicana, tomar parte en la detención de
personas de derechas o hacer propaganda marxista exaltando la causa
roja, insultando al Ejército Nacional y sus generales”. Estas
acusaciones forman parte de la declaración de uno de los testigos del
proceso, Vicente Pastor, un falangista que en la misma testificación
admite que Alabort no le denunció durante el conflicto y pudo salvarse.
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