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OPINIÓN DE PATERNA |
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Construcciones sin recalificaciones Va por ti, Sergio, que nos dejaste siendo muy joven El suelo que aún queda en Paterna sin edificar es muy amplio, pero cada vez es menos el que tenemos cerca del núcleo urbano. Se habla de la construcción de varios sectores con numerosas viviendas, ocupando lo que antes era huerta, ahora abandonada. Un caso, Los Molinos. Yo he jugado de pequeño por esos terrenos, hemos dado largos paseos, disfrutando del olor del azahar, del jazmín..., nos hemos adentrado entre los naranjos buscando lo desconocido, hemos cogido renacuajos, ranas..., e incluso me he caído en la acequia a la que estábamos tirando piedras..., y no precisamente para bañarme. Han sido la causa de que me escayolaran el brazo por primera vez, al caerme por un desnivel y de multitud de arañazos, cortes y magulladuras, que mi madre curaba pacientemente, mientras decía "cura sana anca de rana, si no cura hoy mañana". Algunos de esos terrenos, hace 30 años ya estaban abandonados, y la gente los utilizaba como improvisados espacios de ocio, para hacer picnic o para comerse la mona, no hacia falta coger el coche para llegar a ellos. Se jugaba a la comba, se cantaban canciones pascueras, e incluso se hacía una paella..., algo prohibido hoy en día. Eran espacios multiusos de la época, quién no ha saboreado la planta del anís mientras buscaba caracoles entre la cantidad de matojos que bordeaban las acequias de riego. Ni que decir tiene que también se jugaba al fútbol en improvisadas porterías que se hacían amontonando piedras. Buscabas especimenes de la fauna local, como la "araña paternera", que llevaba los colores amarillo y negro de nuestra bandera, y, las lagartijas, quién no las ha cogido, jugado con ellas y ha visto, como la cola, despegada de su cuerpo por accidente, seguía moviéndose como si tuviera vida propia. ¿Os acordáis de los juncos?, eran inusitados puros habanos, (en este caso paterneros), que nos fumábamos con deleite. Ahora va a desaparecer una parte de mi niñez y se va a sustituir por construcciones donde pueda tener su primer hogar o mejorar el que tiene muchas personas. Eso es progreso, pero, siento tristeza, y, por eso quiero hacer una reflexión con una petición implícita: ¿ No va siendo hora que la construcción vertical aumente las alturas para ocupar menos terrenos que se podían aprovechar para que otros niños, como yo he sido, como vosotros habéis sido, puedan disfrutar de la naturaleza al lado de su casa? Domingo M. Martínez
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